AFÁN DE CLARIVIDENCIA
Como
muchos antes que yo, creo en las coincidencias y a veces también en el don de
clarividencia de los novelistas (la palabra «don» no es exacta porque
sugiere una especie de superioridad; no, eso forma parte del oficio: el
esfuerzo de imaginación imprescindible en la profesión, la necesidad de fijar
la atención en los pequeños detalles —y eso de manera obsesiva— para no perder
el hilo y dejarse llevar por la pereza, toda esa tensión, esa gimnasia
cerebral pueden sin duda provocar a la larga fugaces intuiciones
«concernientes a sucesos pasados y futuros», como dice el diccionario Larousse
en la entrada «Clarividencia».
Patrick
Modiano, Dora Bruder, Seix-Barral,
Barcelona, 1999. Traducción de Marina Pino, p. 47
Toda una
poética del novelista.
Una
palabra, «don», que no es exacta,
pero que ahí está, en la falsa humilitas
del autor. Y todo lo demás tan cierto: el
esfuerzo de imaginación, la atención en los pequeños detalles, esa gimnasia
cerebral... para provocar las fugaces
intuiciones, ¡alcanzar la clarividencia!
Más allá de que el poeta sea un vidente, es necesario que el novelista sea un
clarividente. ¡Ese es el afán, el afán del verdadero escritor!